6 de abril de 2010

Blues…

LOS DOCE MORTALES:
La carretera de Forks Falls se encuentra a tres millas del pueblo, y allí ha estado trabajando la cuerda de presos. La carretera es de asfalto, y el condado ha decidido rellenar los baches y ensancharla en cierto paso peligroso. La cuadrilla está compuesta por doce hombres, todos vestidos con el traje de presidiarios, a rayas blancas y negras, y todos encadenados por los tobillos. Hay un guardián que lleva un fusil, y sus ojos no son más que unas rajas encarnadas, a causa de la luz. La cuadrilla trabaja todo el día; los presos llegan amontonados en el coche de la cárcel poco después del alba, y se los llevan otra vez en el gris crepúsculo de agosto. Todo el día se oye el sonido de los picos que golpean en la tierra caliza, todo el día hace un sol duro y huele a sudor. Y todos los días hay música. Una voz oscura inicia una frase medio cantada, como una pregunta. Y al cabo de un momento se le une otra voz, y luego empiezan a cantar todos los presos. Las voces son sombrías en la luz dorada, la música es una intrincada mezcla de tristeza y de gozo. La música va creciendo hasta que al fin parece que el sonido no proviene de los doce hombres encadenados, sino de la tierra misma o del ancho firmamento. Es una música que ensancha el corazón, que estremece de éxtasis y temor a quien la escucha. Y después, poco a poco, la música va cayendo hasta que al final queda una sola voz, luego un respirar bronco, el sol y el golpear de los picos en el silencio.
¿Quiénes son estos hombres, capaces de hacer una música así? Sólo doce mortales, siete muchachos negros y cinco muchachos blancos de este condado. Sólo doce mortales que están juntos.

La balada del café triste; Carson McCullers;
Ed. Seix Barral; Biblioteca Formentor;
Pág. 80.

21 de marzo de 2010

Día Mundial de la Poesía

SI MIS MANOS PUEDIERAN DESHOJAR
10 de Noviembre de 1919
(Granada)
Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.
Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu no nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.
¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!
Federico García Lorca
Libro de Poemas (1921)

Leer…

“Usted dice dónde nos vemos, ah y que sea mañana, porque ahora estoy leyendo, ¿sabe qué me dejó de herencia, mi morra?, un libro. ¿Y crees que te quería esa mujer?; alguien que te pone a leer te odia desde lo más profundo de su ser. Calle boca, mi poli, calle boca”.
Balas de plata; Élmer Mendoza;
 Ed. Tusquets; Col. Andanzas, nº 654;
III Premio Tusquets – Editores de Novela;
Pág. 136.